No, es que de sólo imaginarme que estos serán los maestros de mis nietos, los médicos de mis nietos, los dirigentes de mis nietos, los que harán los programas de televisión para mis nietos, y si me pongo cínica, los que continuarán con una de revolución en este país, a mí me da un escalofrío, pero ¡un escalofrío! ¡Nojoda!
miércoles, 29 de febrero de 2012
domingo, 26 de febrero de 2012
THE HELP VERSUS KRAMER
Iba a hablar de The Help, la pieza cinematográfica conocida en español como Vidas cruzadas, por cuyas actuaciones, y con tanta razón, Viola Davis y Octavia Spencer están nominadas a un Oscar en las categorías de mejor actriz y mejor actriz de reparto, respectivamente. La película no es una joya del séptimo arte como dirían los entendidos en la materia, pero por el trabajo impecable de estas dos señoras, vale la rabia verla. No obstante el racismo era mi tema, no obstante quería decir que me quedo con El Color Púrpura para entender y recordar el significado de ser negro, no obstante eso, tropecé “comenzandito” con otro film que jamás tuve la suerte de ver: Kramer versus Kramer (1979)
Entonces se me olvidó la indignación que me produjo la amita cuando acusó a la esclava de robarse un cubierto de la vajilla, olvidé que pensé que en estas películas siempre hay un blanco o una blanca erigiéndose como héroes ante los ojos de los espectadores por la única gracia de sentir lástima por los negros; se me olvidó en fin la frustración de reconocer que el racismo es un problema que todavía nos alcanza, que sin ir muy lejos, una de las grandes tragedias de la Oposición de este país no es sólo tener en Miraflores un pata en el suelo, sino uno de pelo niche y con grotescos rasgos de un vulgar negro, valga la redundancia.
Kramer versus Kramer, como recordará el lector, es una película masculina, si se quiere machista, pues muy probablemente usted terminó odiando a Meryl Streep, usted terminó cuestionándola, usted terminó preguntándole ¿qué es eso, chica, de irte y que a ocuparte de ti, sin importarte la suerte de tu marido e hijo? Y es que si usted no lloró de pena y de ternura con la primera mitad de la película, que es en resumen el vía crucis del padre intentando hacer las labores propias de la mujer-esposa-madre, usted en el pecho lo que tiene es un riñón.
Pero el ataque de Alzhaimer que mencioné arriba, no me lo produjo el drama de un hombre (Dustin Hoffman) que por rendir demasiado culto a su trabajo, es abandonado por su esposa (Meryl Streep), ni que en medio de ese trance, haya aprendido a ser padre. Lo que en realidad lo provocó fue la escena más perfecta que he visto entre estos dos inmensos de la actuación, en la cual Ted Kramer tuvo el más sublime acto de amor, de los tantos que quiso plantear la cinta. La escena transcurre en pleno juicio por la custodia del hijo, cuando el abogado de Ted, finalmente le pregunta a la mujer ¿Considera usted que en el proyecto más importante de su vida (la familia) fracasó? Y se hizo el silencio. Y en aquella mudez yo, por el preciosísimo rostro de Mery Streep, vi pasar Los Heraldos Negros. Cada mirada de aquella mujer, cada compás con que su respiración marcó el silencio, cada lágrima, era un verso del poema de Vallejo. El clímax emocional de la escena se alcanza, y he allí el más grande gesto de amor, cuando su esposo, mirándola, le hace un gesto de negación con la cabeza, acompañado de su voz bajísima diciéndole que no… que diga que no. Ese momento bastó para plantearme otro concepto del amor: ese por el cual tendemos a cuidar, a proteger, a los que amamos, incluso hasta de ellos mismos e incluso a costa de nuestro propio sacrificio.
jueves, 16 de febrero de 2012
lunes, 6 de febrero de 2012
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